“Bienvenidos al primer día de clase”, es la frase que el personaje de François Truffaut enuncia en la sublime Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977) cuando al final de la peli los extraterrestres se comunican con esas inolvidables notas musicales que después todos salimos silbando del cine. Hoy, en plena Era del Coronavirus, y frente a un incierto proceso hacia la “nueva normalidad” que nos anuncian, en del sector de la cerveza artesanal estamos también en nuestro primer día de clase.

El mercado de la cerveza, como otros sectores, está sufriendo un daño muy severo debido, sobre todo, al cierre de los locales de hostelería. En el caso del que escribe, mi negocio, FORBEER PLANET, es un bar-tienda especializado en cervezas craft donde, como beer sommelier, no sólo vendo cerveza de calidad, sino que intento hacer una labor de prescripción y divulgación de estas birras, al igual que un librero recomienda con pasión el libro más idóneo a cada cliente, dependiendo de sus gustos particulares.

Del condón a la mascarilla

El reto que tenemos ahora en este sector tan especializado es doblemente complejo. El gran problema de cara a la reapertura no sólo es la depresión económica, sino la paranoia sanitaria colectiva: va a ser jodido que la gente vuelva de la noche a la mañana a disfutar con naturalidad de una pinta de cerveza en la barra de un bar o que acuda alegremente a una cata de cervezas. Si en los años ochenta, los que tenemos ya una edad (¡y un bagaje, ejem!), debido a la epidemia del sida, aprendimos que era imposible echar un polvo si no llevabas un condón en la cartera, ahora es la mascarilla el complemento que nos distancia de nuestro placer alcohólico y espumoso.

Follar y beber, todo es ponerse

Como catador de cervezas en tiempo de coronavirus, nuestra situación puede tener cierto paralelismo con la de los actores porno en la época del sida. Lo terrible de nuestra actividad es que el COVID-19, para entrar y salir de nuestro cuerpo, usa las mismas vías a través de las cuales disfrutamos de una cerveza: la nariz y la boca. Siguiendo con el paralelismo, el sida podría ser al sexo lo que el coronavirus es al placer de degustar una cerveza. La pregunta es: ¿dejamos de tener relaciones sexuales los que vivimos aquellos divertidos y también duros (quién no perdió algún amigo) años ochenta? Pues NO, supimos adaptarnos a las circunstancias para que un maldito virus no nos dejase sin follar a varias generaciones. De igual manera, en esta ocasión nos adaptaremos para, con las debidas medidas higiénicas y precauciones sanitarias, seguir disfrutando de uno de nuestros placeres favoritos: la cerveza de calidad.

Placeres no culpables

La cerveza, el sexo o el cine se inventaron para levantar ese ánimo devastado que acarreas después de un día de mierda en el trabajo, para esas veces que llegamos tan jodidos al fin de semana que lo único que nos salva es meternos una buena birra por la boca, un palo por el culo (o lo que le dé más placer a cada uno) o enchufarnos una gran película al cerebro; todo con el fin de convertir una existencia desastrosa en una experiencia que merezca la pena ser vivida. Hoy más que nunca debemos entender cuál es nuestra Naturaleza, y que privar al cuerpo y a la mente de un placer a nuestro alcance, sería un acto contra natura.

Ni recetas ni mantras, voluntad y responsabilidad

Por eso, si me he sentado a escribir esta parrafada no es para sumarme al ruido de mensajes estúpidamente optimistas de “todo va a salir bien”, ni a los mantras simplistas como “todos juntos saldremos de ésta siendo mejores personas”, o a esos machacones ‘ranciofats’ de que una crisis de la hostia es “una oportunidad para reinventarse”. No, aquí no hay paños calientes: ¡esta pandemia está dejando decenas de miles de muertos, millones de parados y miles de empresas quebradas!

Pero si estoy soltando esta chapa es para deciros a todos mis clientes y a todos los amantes de la buena birra que cuando en FORBEER PLANET podamos volver con las garantías que nos proporcione nuestra propia responsabilidad, podáis llevaros a casa una selección de nuestras mejores cervezas o juntos podamos perder horas y horas con una pinta en la mano hablando sobre algunos de los placeres por los que merece la pena vivir: la cerveza o las pelis de aliens. Porque, el día que podamos volver a «encontrarnos en esa tercera fase» que confusamente nos anuncian, sin duda nos sentiremos tan emocionados como en el «primer día de clase».

¡Salud!